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Evitar que los urogallos cantábricos crucen las puertas de la extinción
Publicada el 19/02/2017

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Evitar que los urogallos cantábricos crucen las puertas de la extinción



el proyecto 'LIFE+ Urogallo cantábrico' ha tenido como objetivo frenar el declive de esta especie


  • El Mundo 12/02/2017 ALFREDO MERINO 

 

El urogallo es una galliforme silvestre, emparentada con faisanes, pavos, perdices, gallos y otras aves terrestres.

Aunque no de manera definitiva, los biólogos determinan ocho subespecies, siendo dos españolas

 

A Mansín todos le querían. Corría el mes de junio de 2008, cuando apareció tan campante por las calles del pueblo, con la cola desplegada y desbordante de hormonas. Los vecinos de Tarna se sorprendieron al verle, pero enseguida se convirtió en un personaje popular y el pequeño municipio asturiano lo adoptó como su mascota preferida. Los niños lo celebraban y los jubilados se entretenían viéndole ejecutar sus danzas nupciales. Salió en periódicos y televisiones y todo Asturias supo de él.

La guardería del vecino Parque Natural de Redes (Asturias) destacó a sus agentes para que vigilaran al animal, que siguió a lo suyo, confundido por los y rincones de Tarna, buscando una hembra. Un mes más tarde de su aparición, un perro vagabundo que no sabía de animales queridos y, mucho menos, de especies amenazadas, se lo cargó como si fuera un ave de corral.

El caso del urogallo Mansín, cuya querencia hacia los humanos le hizo presentarse en siete pueblos del Concejo de Caso, ha sido el más conocido de los llamados animales dóciles, individuos silvestres que pierden el instinto de la huida ante las personas. El comportamiento aparece sobre todo en épocas de celo y hace que animales, como este gallo salvaje, se presenten y desarrollen las pautas nupciales en asentamientos humanos.

Los expertos afirman que el caso de Mansín no es único. Con relativa frecuencia, en las montañas cantábricas aparecen urogallos dóciles. Este comportamiento anormal es el indicador más extremo del avanzado estado de fragmentación de los núcleos de estas aves, así como de la fuerte degradación de sus hábitats. Condiciones que impiden su normal desarrollo y han colocado a la especie en las puertas de la extinción.

El urogallo (Tetrao urogallus) es una galliforme silvestre, emparentada con faisanes, pavos, perdices, gallos y otras aves terrestres. Presenta un extraordinario dimorfismo sexual, siendo los machos de brillante coloración entre el negro y el pardo oscuro, con reflejos verdosos metalizados en el pecho y manchas blancas en cola y hombros. Característica barba emplumada bajo el pico, tienen una brillante ceja roja. Pueden sobrepasar un metro de talla y 6 kilos de peso. Bastante más pequeñas, las hembras miden 60 centímetros y pesan 2,5 kilos. Su plumaje es de tonos pardos, con abundantes manchas negras y blancas.

Distribuido por gran parte de Eurasia, abunda en Escandinavia, Rusia y regiones bálticas. En el resto de Europa vive en zonas montanas, como Pirineos y cordillera cantábrica. Aunque no de manera definitiva, los biólogos determinan ocho subespecies, siendo dos españolas: la aquitánica, residente en Pirineos, con más de 4.000 individuos en ambas vertientes, y la cantábrica, que se extiende por Asturias, norte de Castilla y León y oriente de Galicia. La segunda está en una situación crítica. El último censo, realizado en 2004, estableció que solo había 400 ejemplares.

Entonces, los urogallos cantábricos se repartían en dos áreas: la occidental y la oriental. La primera en Ancares, Muniellos, Baja y Alta Oñama, Alto Sil, Fuentes del Narcea, Redes, Somiedo, Teverga, Degaña e Ibias. El núcleo oriental ocupaba zonas de Riaño, Lillo, Picos de Europa, Liébana y cabeceras del Nansa y Saja, en Cantabria. Ahora se realiza un nuevo censo de la especie, que terminará este año. Los primeros datos confirman que la población es muy inferior a la de hace doce años, habiéndose confirmado la extinción del núcleo oriental.

Una anomalía biológica

La contextualización de los urogallos cantábricos hace concluir que estamos ante una anomalía biológica. Todas las poblaciones de urogallos europeas viven en regiones boreales y en bosques de pinos y abetos. Los nuestros lo hacen en una latitud inusual, acentuadas sus condiciones por el cambio climático, y en un bosque muy diferente al del resto de aquellas poblaciones. Estas circunstancias hacen doblemente valiosa y amenazada a la subespecie de la gallinácea cantábrica.

La dificultad de la conservación del urogallo lo señala el hecho de que todas las grandes especies salvajes de la cordillera cantábrica: oso pardo, ciervo, corzo, lobo incluso, han mejorado su situación. Todas excepto el gallo silvestre, la perdiz pardilla y el aguilucho pálido. Las tres tienen en común que su hábitat óptimo es de transición y tradicionalmente, ha sido muy manejado por el hombre. El abandono de los ecosistemas de la montaña cantábrica ha favorecido a otras especies, pero al urogallo le ha perjudicado.

"La dinámica del urogallo cantábrico se enfrenta a un conjunto de factores negativos que hacen que las actuaciones para su protección resulten bastante complejas", explica Miguel Aymerich, subdirector General del Medio Natural del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, MAPAMA. No ocurre como con otras especies amenazadas, es el caso del oso pardo por ejemplo, que tienen un factor determinante en su declive. La gallinacea soporta diferentes circunstancias que hacen mucho más difícil atajar su declive.

El urogallo cantábrico "Mansín" junto a un vecino de la localidad asturiana de Tarna J.L.CEREIJIDO

"En la ecología del urogallo cantábrico intervienen varios factores que le son perjudiciales", coincide Felipe González, delegado de la Sociedad Española de Ornitología, SEO, en Cantabria y miembro del grupo de expertos de la especie, del Ministerio de Medio Ambiente. El cambio climático es una de los primeras causas que ha perjudicado a la especie. En las zonas urogalleras se manifiesta con un cambio en los patrones de lluvia y un descenso de las temperaturas al final de la primavera. "Las polladas son muy sensibles a los fríos y cuando las primaveras son malas, no crían pollos o estos mueren", explica este experto.

El principal cambio se ha producido en los bosques cantábricos. Hace unos años, su estructura era favorable: masa vegetal más abierta, en la que pasaba mejor la luz al sotobosque, permitiendo prosperar las arandaneras, elemento clave en la vida de la gallinácea. El urogallo es un ave de suelo y sobre la arandanera se mueve con total seguridad. En este matorral los pollos, que son insectívoros, encuentran gusanos, lombrices, escarabajos, etcétera. Ahora los bosques se han cerrado y las arandaneras se han vuelto escasas y de mala calidad.

En ello han tenido mucho que ver los ciervos. "Es una especie cinegética muy valorada y, por lo tanto, se ha estimulado su crecimiento. En Picos de Europa, Riaño, Redes o Liébana está la mayor densidad de venados de España y ellos acaban con las arandaneras", dice González.

Hay que sumar el efecto de los depredadores. El urogallo es especie presa. Los cambios del bosque, junto con el abandono mundo rural han permitido a sus depredadores ganar territorio.

Es curioso constatar que el principal depredador del urogallo, animal protegido, es la marta, otra especie protegida. "Se trata de controles no letales: se capturan las martas y se las transporta a zonas favorables para ellas pero donde no haya urogallos", subraya González.

Nacido en 2005, el proyecto LIFE+ Urogallo cantábrico, coordinado por la Fundación Biodiversidad del MAPAMA, ha tenido como objetivo frenar el declive de la especie. Con una duración de seis años, su importe ha sido de cinco millones de euros destinados a las cuatro Comunidades Autónomas: Galicia, Castilla y León, Asturias y Cantabria con presencia del ave.

El Urogallo, un 'paraguas' para otras especies

Grupo de Urogallos cantábricos EM

El MAPAMA ha hecho además una inversión de dos millones de euros mediante un convenio con el Gobierno de Asturias, a través de un programa Feder, que ha incidido en las medidas tomadas en el programa LIFE.

En 2004 se estableció una estrategia nacional para la conservación de la especie, en la que se establecieron las directrices para aplicar por las Comunidades Autónomas. Aunque la duración de las mismas se estableció de manera indefinida, se señala la conveniencia de su renovación según aumente el conocimiento de la especie y sus circunstancias.

Entre las actuaciones realizadas, están redución de las densidades de venados, cambios de cercas ganaderas, corrección de infraestructuras y otras. Se ha mejorado 500 hectáreas de hábitats de montaña, se han eliminado 60 kilómetros de vallados perjudiciales y un tendido eléctrico especialmente conflictivo y se ha insonorizado una subestación eléctrica.

"A pesar de los esfuerzos y medios empleados no podemos decir que se haya revertido la situación de la especie, pero hay que señalar que durante los seis años que ha durado el plan se ha avanzado en muchos aspectos muy positivos para los urogallos cantábricos", explica Ignacio Torres, Subdirector de la Fundación Biodiversidad del MAPAMA. "Lo más destacable es que, por primera vez en la historia, se ha logrado que hayamos trabajado juntos Comunidades Autónomas con presencia de urogallo, Administración Central, científicos, ecologistas, asociaciones de caza, propietarios de fincas y empresas como Iberdrola", añade Torres.

El urogallo debe considerarse especie 'paraguas' para otras. Es el caso de los también muy amenazados liebre de piornal, perdiz pardilla y, por supuesto, del oso pardo cantábrico. "Urogallos y osos comparten hábitat y muchas medidas que se adopten y se han adoptado para favorecer a los primeros son de interés para los segundos", explica Guillermo Palomero, Presidente de la Fundación Oso Pardo. Aunque ambos tienen notables diferencias en su gestión, según explica este experto biólogo. "En el caso del oso se conocían bien desde hace tiempo las causas principales de su declive y se ha trabajado en ellas, pero con el urogallo hasta ahora no ha estado tan claro este escenario".

Al proyecto LIFE se adscribe un programa de cría en cautividad, cuyo fin es rejuvenecer los ejemplares cautivos, para aumentar la riqueza genética de sus cruces y reintroducir ejemplares. "La cría en cautividad es lo que queda cuando una especie va a desaparecer. Sería una temeridad no tener un stock genético de una especie que puede desaparecer mañana", señala González, quien cita la reintrodución sin problemas de miles de ejemplares en los bosques de Alemania.

El programa de cría en cautividad comenzó en 2009, habiendo obtenido sus mejores resultados en 2016, con nueve pollos nacidos en cautividad. El centro de Sobrescobio, situado en el Parque Natural de Redes, cuenta en la actualidad con 22 urogallos cantábricos, de los que ocho son machos. Se han hecho dos liberaciones de prueba. En 2015 se soltaron tres hembras en Picos de Europa y en 2016 otras dos.

Las tres primeras sobrevivieron una media de 90 días y murieron todas depredadas. "Esto quiere decir que se adaptaron al medio", explica González. La segunda suelta fue de hembras viejas, que no podían reproducir. Se liberaron en un cantadero, una fue depredada a la semana y de la segunda se perdió la señal de su radiotransmisor.

Los expertos creen que el urogallo se puede salvar, pero para ello hace falta una intensidad y una escala muy grandes. "Es algo complicado, se trata de manejar un hábitat muy amplio. No es un problema concreto de furtivos o de uso de venenos, es más complejo, pero puede hacerse" asegura esperanzado González. Y pone el ejemplo de un área boscosa escocesa donde hace 15 años solo había seis urogallos y ahora viven 46.

Cría en cautividad y reintrodución de ejemplares cercanos, como los pirenáicos, pueden ser la solución. La media de pollos que salen adelante en la naturaleza es de menos de uno por cada puesta. "El urogallo cantábrico se extingue porque es incapaz de reponer las bajas que se producen en sus poblaciones de manera natural. En solo diez años han desaparecido todos los urogallos del núcleo oriental y no ha habido la menor intervención en sus hábitats", señala González.

El programa LIFE ha concluido, pero ni mucho menos la conservación de la especie. "Todos queremos seguir trabajando en la conservación de los últimos urogallos cantábricos", subraya Torres. Y cita el plan denominado After Life Conservation Plan, documento que delimita las vías normativas y presupuestarias para hacerlo real.

Debe señalarse en este sentido, que la Ley 42/2007 establece una figura para las especies amenazadas en situación crítica, que habilita a las Administraciones la toma de medidas complementarias para aumentar su protección. Entre ellas, la creación de grupos de trabajo específico, la toma urgente de actuaciones y una no menos importante habilitación de recursos económicos necesarios.

"Todos creemos que se va a salvar, debemos ser optimistas. Ya hemos visto a otras especies que estaban en una situación mucho más crítica que los urogallos cantábricos y salieron adelante", añade Aymerich. Es el caso del águila imperial, con 50 parejas o la malvasía con solo 22 ejemplares, o el oso pardo cantábrico, todos al borde de la extinción en los pasados 80 y todas recuperándose bien".

Si se logra lo mismo con el urogallo, Mansín se recordará como una querida mascota y no como lo que hasta ahora parecía: el mensajero de una extinción anunciada. Algo que no es extraño en la reciente historia natural de España, que tiene el triste honor de ser el primer lugar de Occidente que ha visto desaparecer una especie en el tercer milenio. Fue en enero de 2000, cuando Laña, la última bucarda que quedaba en el planeta, murió aplastada por un árbol en el Parque Nacional de Ordesa. Quince años después, una segunda especie de nuestro rico patrimonio natural se ha asomado a la puerta de la extinción. Evitar que la cruce es algo que parece nos hemos tomado muy en serio.

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